No le digas a tu hermano que vamos a follar…
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Seguro que la próxima vez esta chica rubia no se comporta como una avariciosa al percatarse del paquete de un tío. Al conocer a este negro en el parque, a la muy viciosa se le fueron los ojos al bulto de sus pantalones; y cuando el maromo la invitó a su casa a follar, aceptó con los ojos cerrados, deseando probar ese rabo. Y lo cierto es que cuando el tío se bajó los pantalones, se quedó un poco asombrada con el tamaño, pero se lanzó a hacerle una mamada. Sentía cómo el trozo de carne crecía en su boca, pero se dijo que podía con ella. Y cuando esa polla negro llegó por fin a su coño y lo penetró, parecía que la iba a partir en dos.